- Jun 15, 2019
- Pedro Vargas
- Accidentes, Ciudadanía, Homicidio, Jóvenes, Proteger y Servir, Salud Mental, Salud Pública, Trauma
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Si Ud. padre o joven adolescente no se lo ha imaginado o no lo reconoce, el chasis del automotor cuando Ud. o alguno de sus hijos conduce una moto, es Ud. mismo o el cuerpo de su hijo. Frente a una colisión, no habrá lata y columnas retorcidas, ni vidrios rotos. Es un mito que habrá diversión.
Los conductores de motos de reparto, de mensajería y aquellos que “por fun” se lastiman, se matan o matan a otros, tampoco parecen conocerlo ni respetarlo. No hay un solo momento, un solo momento, cuando uno conduce su auto en las calles de la ciudad, que no se le cruce en ángulo recto una moto, por delante e inesperadamente, confiado en la habilidad y la suerte del motorista intrépido, atrevido e irresponsable; o, que le venga de frente, en su carril por donde conduce Ud. su auto, otro motorista de estos o de los otros, para pasar los autos que van en la dirección que ellos llevan, que resulta ser la dirección opuesta o contraria por la que Ud. conduce con o sin distracción. Y, ¿qué decir de los que zigzaguean más que una máquina de coser fiando un zipper de pantalón?
A esta situación se le suma con éxito el ausentismo o la pereza de la autoridad de tránsito, de tráfico, de vigilancia, de a pie, de a moto, de a radiopatrulla. Allí, frente a ellos porque yo he sido testigo de esa indolencia con el cumplimiento del deber de “Proteger y Servir”. Es más fácil chatear y piropear a cuanta mujer ven en las aceras, que cumplir con su deber. Y no me castiguen ahora porque generalizo. Es que hay que generalizar a ver si el General atiende lo que observamos todos los días quienes utilizamos las calles de la ciudad.
¿Será útil hacer un referéndum entre los ciudadanos o unas reformas a la Constitución de la República para resolver este asunto que cada día es más peligroso y más ignorado? 15/6/2019