- Nov 21, 2018
- Pedro Vargas
- Adminstración de Salud, Atención médica, Cultura médica, Inmunizaciones, Prevención, Salud Pública, Vacunación, Vacunación, Vacunas
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Mejor que no vacunar es comenzar a vacunar tarde. La vacunación es el producto de una estricta metodología de ciencia. Los esquemas de vacunación responden a estudios sobre la capacidad de inducir respuesta protectora de las vacunas, a sus interacciones con otros productos y a la duración de sus efectos inmunológicos. La evidencia sobre su capacidad protectora preventiva es evidencia probada.
Entre los hechos que deben conocerse cuando se hace la vacunación entre los niños, los más relevantes se pueden resumir en las siguientes características de los individuos y los biológicos, como situaciones:
- Capacidad del niño de responder a la vacuna con una producción de anticuerpos específicos que proteja. Por eso las edades dispuestas para vacunar. Por ejemplo, la primera dosis de la vacuna MMR, contra el sarampión, las paperas y la rubeola se aplica al año de edad o a los 15 meses de edad y no a los 6 meses de edad.
- Necesidad de reforzar la primera producción de anticuerpos específicos inducida por la vacuna. Por eso el número de dosis para considerar que el niño está vacunado y por eso los refuerzos posteriores. Por ejemplo, la protección en la infancia contra difteria, tos ferina, polio, tétanos y meningitis por Haemophylus influenzaetipo B, requiere 4 dosis hasta los 18 meses de edad y un refuerzo a los 5 años de edad (4-6 años).
- La posibilidad de que a un biológico (vacuna) en particular se le descubra más tarde su falla en producir estímulo antigénico (producción de anticuerpos específicos contra la enfermedad) por razones de deterioro del mismo o de su producción anómala. Por eso la importancia de conocer la fecha de expiración y el número del lote del biológico
- La situación inmunológica de las poblaciones. Por eso las campañas masivas y de barrido. Por ejemplo, las campañas de Salud Pública entre la población pobremente protegida, por razones diversas.
- La situación inmunológica del individuo. Por eso las excepciones o las indicaciones individuales para ciertas vacunas. Por ejemplo, niños con incapacidad congénita de producir anticuerpos contra ciertos organismos, o niños bajo tratamiento con medicamentos que les suprimen su capacidad de protegerse contra los efectos adversos de vacunas con virus vivos o atenuados.
Todo agente vacunador debe conocer al dedillo estos aspectos y debe informarlos con precisión a pacientes y a sus familias. En ese proceso, debe evitar comentarios que los alejen de la cultura y práctica de inmunizar. La información está en los textos científicos. No son el producto de caprichos o resabios.
Si queremos proteger a los niños contra enfermedades infecciosas y fatales, tenemos que vacunar a la primera oportunidad, siguiendo esquemas científicos y probados, sin poner obstáculos de horarios de trabajo, de días de oficina, enfermedades cotidianas y leves (como son resfriados y febrículas o fiebres de origen viral), o procedencia social del niño y su familia.
Quien no le gusta la salud pública que no la haga y, si la hace por necesidad, que no la obstaculice.
21/11/2018