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El chorro de promotores de salud sin conocimiento ni experiencia, aparte del momento de alegría y protagonismo que les facilita el participar del amplio escenario del espectáculo, induce una serie de nocivos y costosos efectos en la confianza a la Medicina y en la salud.

 

Un puntual lugar donde inciden sus opiniones y presiones es en personas e instituciones sin formación sólida en Medicina y en Ciencia.  Es desolador enterarnos en plena crisis, la abundancia de ellas.

 

Es necesario puntualizar lo siguiente:

 

  • Todavía no hay una vacuna contra COVID-19
  • El proceso de manufacturar vacunas siempre ha sido largo, no lento
  • La crisis sanitaria mundial de hoy reclama respuestas rápidas, seguras y eficaces
  • Vacunarse será una decisión personal, pero eso no descarta que sea también un requerimiento
  • Entre mayor sea el número de personas vacunadas para lograr una inmunidad de rebaño, mayor será la necesidad de vacunar a poblaciones más grandes

 

 

Si no hay una vacuna para COVID-19. ¿por qué el revuelo en las redes con respecto a ello?  Los teóricos de conspiraciones siempre encuentran terreno para crear desconfianza y no tiene tiempo para ello, sino solo abundante tiempo.  Ya hay gente diciendo que “yo no me pondré la vacuna antes de 3-6 meses que esté en el mercado”.  Yo me la pondría tan pronto esté disponible.

Desde enero de este año, cuando descubierto el material genético, el genoma, del virus que en la ciudad de Wuham producía esta extraña neumonía fatal, se inició la carrera por producir una vacuna. En un momento dado, más de 170 vacunas han sido probadas en animales[1].  El proceso de hacerlos es largo, pero no es lento.  Es largo porque cumple con una serie de estrictos requisitos que garantizarán, eventualmente, su seguridad y su eficacia.

 

Esto, ya conocido por muchas personas, da cabida para la primera conspiración: “están haciendo una vacuna sin que cumpla todos los requisitos de seguridad y eficacia, lo que les interesa es controlar el mundo, una persona en particular, Bill Gates, y lo hará mediante chips incrustados en la vacuna”. Elucubración larga pero tampoco lenta.  Las vacunas experimentales se preparan en el laboratorio, luego, se prueban en animales antes de tratar en ensayos clínicos con seres humanos.  Los seres humanos no son los animales experimentales, no son los “guinea-pigs”.  No solo es despectivo, sino que es impreciso, y por impreciso, es falso. Una característica de las teorías de conspiración y el instrumento de trabajo de los teóricos de conspiraciones.

 

La urgencia en tener una vacuna, la más probada y eficaz forma de proteger contra enfermedades infecciosas, ha determinado acortar ciertos pasos o darlos simultáneamente sin poner en riesgo las metas esenciales de probar seguridad y eficacia.  Así, se comienzas pruebas en humanos antes de terminar las pruebas en animales, porque se van analizando los resultados inmediatamente para acelerar el proceso. Así, por ejemplo, teniendo ensayos pequeños en la fase 1, para establecer la dosis correcta que produzca inmunidad protectora, se hace la fase 3, simultáneamente para evaluar si la vacuna es segura y eficaz.  Esto no pone a riesgo a ningún ser humano.  El ensayo simultáneo de 2 fases diferentes en nada significa que una fase se ha saltado o se ha ignorado.  Esto es importante conocerlo para contrarrestar la maledicencia.

 

En la fase 1 (fase con un número pequeño de seres humanos, para determinar: seguridad, eficiencia, dosis y vías de administración) hay 7 vacunas actualmente en evaluación, en la fase 2 (con población más grande de seres humanos donde se evalúa eficacia probada la seguridad, que no deja de evaluarse, y respuesta que permite considerar que una dosis es suficiente o que se requieren 2 dosis o repeticiones anuales) , hay 12 vacunas en prueba, y, en la fase 3 (los estudios se trasladan a varias instituciones o centros, a varias regiones o ciudades con cientos de miles de participantes voluntarios y bien informados, comparativos con poblaciones control o placebo y distribuidas aleatoriamente o al azar), hay 7 vacunas en ensayos.  En la fase 1 se evalúa la seguridad de la vacuna en un número pequeño de personas sanas. En la fase 2, se aumenta el número de personas para el ensayo, y se incluyen las personas de alto o mayor riesgo de la enfermedad. En fase 3, son miles de personas las que reciben la vacuna en estudio para probar su seguridad y su eficacia. Esta es la fase más larga. Superada la fase 3, la vacuna está aprobada para ser utilizada, y se entra a la fase 4, cuando se continúan evaluando ya en el campo propio de la vacunación masiva.  Allí, no hay ninguna vacuna todavía.

 

Para que una vacuna sea aprobada para su uso, las instituciones de salud y no los políticos, establecen qué protección se exigirá para darle su aprobación.  En otras palabras, ¿se exigirá una protección de 40% entre los vacunados, de 50%, de 60%, de 80%?  En Estados Unidos, el CDC considera que la vacuna contra el COVID-19, debe dar, al menos, una protección del 50%.  Cada país tendrá sus propias decisiones al respecto y decidirá qué producto biológico, de las varias vacunas que habrá en el mercado, le satisface mejor.  Igual cada país decide cuánto rigor en la investigación y producción de la vacuna exigirá.  Rusia ha dicho que empezará a usar la vacuna antes de terminar todos los ensayos de fase 3, con las personas de alto riesgo para la infección; y, China, ha autorizado empezarla con sus soldados y militares.

 

Las prioridades son diferentes.  Lo que sí es cierto es que los grupos de edad con autorización para ser vacunados, lo serán solo una vez se haya probado su seguridad y su eficacia en ellos.  Es una necedad decir entonces que los pediatras vamos a permitir usar vacunas para nuestros niños, que no cumplan rigurosamente con estos principios de seguridad y eficacia.  Si bien es cierto que los países grandes se pueden tomar los riesgos que sus gentes les permitan porque tienen de por medio un riesgo financiero y una preocupación obsesiva por la seguridad económica, los países empobrecidos tendremos que esperar algo más, y quizás, sumarnos a empresas globales para abaratar los costos.

 

No aplicarse una vacuna es una decisión personal y otras veces es una imposición por la salud de otros.  Pero el acceso a la vacunación y a las vacunas es un derecho en salud pública.  (continuará)

[1] Steckelberg A, Johnson CY, Florit G & Alcantara C: These are the top coronavirus vaccines to watch. The Washington Post, August 27, 2020

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