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La viruela del mono no es una enfermedad de homosexuales y no es una enfermedad de transmisión sexual, aunque los números epidemiológicos iniciales lo sugieran.  Un estudio reciente en el New England Journal of Medicine (21 de julio, 2022) entre 528 pacientes infectados con la viruela del mono señaló la sospecha de transmisión sexual en el 95% de los casos, 98% eran pacientes identificados como homosexuales o bisexuales, y 75% de color blanco, 41% eran positivos por VIH y 96% recibían terapia antiretroviral.

Es una enfermedad infecciosa muy similar o cercana la viruela en humanos, exterminada en 1980, unos 13 años más tarde, cuando en 1967, la Organización Mundial de la Salud, se lo propuso. El último caso data del año 1977, en Somalia.

 Alguno, como yo, tienen la cicatriz de la vacuna en el hombro izquierdo. La viruela fue una de las enfermedades más temibles y devastadoras que, al mismo tiempo, abrió el camino de la vacunación, cuando Edward Jenner creó la vacuna contra ella, en 1796.

La viruela del mono se transmite por contacto con la piel de enfermos y se presenta inicialmente con síntomas muy similares al flu o gripe, fiebre, dolores musculares, cansancio, crecimiento de ganglios linfáticos y erupción cutánea con granos con pus. A medida que se multiplican los casos, se identifican nuevas presentaciones, como úlceras aisladas, ulceraciones perianales, dolor en el ano, llagas en la boca. Esto confunde al clínico que puede pensar en otras enfermedades de transmisión sexual como la sífilis o el herpes genital.

Esta enfermedad se consideraba endémica, siempre presente, en regiones del África Occidental y Central, pero en los últimos meses, desde abril de este año, se ha expandido a otros continentes, reportados en 66 países.

       Esta semana, la OMS ha declarado la viruela del mono una emergencia higiénica y de salud, global.  Para ella ya se dispone de una vacuna, para su prevención, y de un antiviral, para combatir la enfermedad.

       La edad media de los pacientes es, por ahora, de 35 años, aunque ya se reportan casos en niños. Aunque un 98.4% de los casos se han atribuido al contacto sexual entre hombres, también se ha informado de casos en mujeres.

       La muestra para la prueba de laboratorio se logra mediante un hisopado firme de las lesiones de la piel.  No hay necesidad de romperlas con aguja o con bisturí.  Si el paciente es positivo para la infección, se inicia tratamiento con tecovirimat, bajo consentimiento informado y un protocolo del Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos. El tecovirimat es un antiviral que se desarrolló contra la viruela humana. Este antiviral ha sido aprobado para utilizarse contra la viruela del mono en humanos, aunque estudios de eficacia y seguridad, solo se han hecho en animales.

       El CDC recomienda vacunar con la vacuna atenuada contra viruela humana (JYNNEOS, en EU, Imvanex en el Reino Unido y Europa, Invamune, en Canadá) a los contactos dentro de los 4 días de una significativa exposición, exceptuando a aquellos individuos que solo tuvieron un muy breve contacto con el caso ni para aquel personal de salud que ha estado con el paciente utilizando apropiada vestimenta protectora personal, que ya conocimos con la pandemia de COVID-19, como PPE.  La otra vacuna que se podría utilizar, la ACAM2000, manufacturada a partir de un virus vivo, es una con muchos efectos adversos y no es conveniente su uso en personas con otras condiciones de salud importantes, como aquellas que disminuyen la eficiencia del sistema inmune, o con problemas de la piel como la dermatitis atópica o el eczema del embarazo.

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